Un joven carismático que lucha desde hace seis años por la revitalización del náhuat y por la visibilización de los hablantes nativos de Santo Domingo de Guzmán, Cuisnahuat, Tacuba y Nahuizalco.
Alberto Cruz, una persona humilde, muy
alegre, se quita el sombrero y se inclina haciendo una reverencia al recibirme
amablemente en su hogar, ubicado en Ayutuxtepeque, un lugar muy tranquilo,
cálido y apartado del ruido vehicular, son las 11:25, es domingo 9 de abril,
día muy importante para los feligreses católicos porque se celebra Domingo de
Ramos.
Para llegar a su hogar hay que pasar
por un pasaje angosto y empolvado llamado Los Piche, al fondo diviso un portón
color verde a través del cual se ve el estacionamiento amplio, la casa está en
lo hondo, para entrar hay que bajar unas gradas, el techo está casi al nivel
del suelo como si fuese un sótano, en la sala al centro una mesa improvisada
por una base de metal y encima de ella una tabla de plywood, veo alrededor muchas esculturas de madera, de aserrín con
pegamento, de barro, de cemento, máscaras de madera de pito, cabezas de barro,
pinturas de Monseñor Romero, la Gioconda Salvadoreña, un autorretrato de
Alberto al estilo Charles Chaplin, trabajos hechos de material reciclado y
muchos otros realizados por un artista nato.
Es autodidacta, le apasiona leer, su
escritor favorito es el uruguayo Eduardo Galeano; admira a monseñor Romero ya
que es un referente para él, le gusta ir al cine, sus películas favoritas son
las infantiles y de fantasía, su comida favorita es el pan con café, no puede
comer sin tortilla, también le gustan los platillos típicos, especialmente todos
los derivados del maíz. Su pasatiempo favorito es viajar, en su juventud practicó
deportes como ajedrez, tenis de mesa, basquetbol, ciclismo y algo que marcó
mucho su vida fue practicar un arte marcial japonés llamado ninjutsu.
E:
Entrevistadora
AC:
Alberto Cruz
E: Cuéntame
un poco sobre tu infancia ¿Qué recuerdas de esa etapa de tu vida?
AC: De
pequeño crecí en las faldas del volcán de San Salvador arriba de San Ramón, en
una zona que en aquel entonces todavía tenía un poco de toque rural. Mi
infancia tuvo muchos elementos significativos, también situaciones bastante
difíciles, soy un niño que crecí en medio de la guerra, mi infancia transcurre
en la década de los 80, a pesar del conflicto armado y de haber crecido con el
miedo de los enfrentamientos, escuchar tiroteos, tener que correr una que otra
vez, ver subir columnas de guerrilleros al volcán, también recuerdos vagos del
terremoto del 86 del que todavía tengo imágenes grabadas en la cabeza. Un
personaje que marco mi infancia fue el de mi abuela materna, alguien con quien
tuve bastante cercanía, me inculco principios, me ayudó a ver el mundo de una
perspectiva bastante humana, recuerdo las mañanas en la que la acompañé al
Mercado Central. Los juegos en una etapa temprana de mi infancia, a escondidas
de mi mamá me iba a meter a una quebrada que había cerca de la casa, que había
dejado un aluvión un año antes de yo naciera, en mi ilusión y fantasía jugaba a
ser un documentalista de National Geographic, me gustaba mucho el tema de la
naturaleza y la biodiversidad, me metía a la quebrada y según yo andaba
documentando vida salvaje, fauna, flora, etc.
E: ¿Tienes
hermanos, cuéntame sobre tu familia?
AC: Me crié solamente con mi mamá, mi
abuela materna y mis hermanas, tengo cinco hermanas, dos de parte de papá a
quienes apenas conozco, y luego las otras tres con las que crecí, soy el mayor
de todas y el único varón.
E: ¿Cómo
es que decides estudiar artes plásticas y especializarte en escultura?
AC: Decido
estudiar en la Universidad Nacional porque es la única que ofrece esta carrera,
desde pequeño toda la gente en mi entorno me decía que tenía habilidad, que era
un buen dibujante, además de niño más que jugar con juguetes, me gustaba jugar
con plastilina, creo que esa parte de tener que hacer yo mis propios juguetes
con plastilina, me ayudó a desarrollar habilidades como motricidad fina, de
repente de grande tenía ya cierta habilidad desarrollada, recuerdo que en
noveno grado gané un concurso de dibujo, concursamos con varias escuelas de un
distrito, al final gané el primer lugar y eso me hizo creer que tenía potencial
y habilidad, por eso me metí a estudiar eso. En un principio yo quería estudiar
diseño gráfico, en la Universidad de El Salvador tienen la licenciatura en
Artes Plásticas, hay cuatro opciones diferentes: dentro de ellas está
escultura, pintura, cerámica y diseño gráfico y yo como la mayoría de
estudiantes de la escuela de artes, iba con la idea de estudiar diseño, pero en
el camino, descubrí que la escultura me apasionaba más.
E: En
el campo laboral como diseñador gráfico, en esta etapa de tu vida que aún
continua, que me puedes contar de esta experiencia.
AC: Pasé
once años trabajando en una agencia de publicidad como diseñador, había
iniciado desde antes a trabajar en este lugar como ilustrador freelance, me llamaban cuando
necesitaban dibujos hechos a mano para caracterizar personajes y diferentes
aplicaciones del dibujo dentro de la publicidad, de repente me encuentro en una
situación un poco complicada en la cual necesitaba un trabajo estable y me
ofrecieron un espacio allí y me quedé, pase once años como diseñador para una
agencia de publicidad, haciendo diseño comercial, una etapa en la que logré
cierta experiencia y mucha seguridad, de momento es interesante porque no estoy
seguro si quiero continuar trabajando como diseñador, lo bueno es que la
experiencia ya queda y en cualquier momento puedo retomar un trabajo de diseño
sin ningún problema.
E: ¿Has
participado en algún concurso de diseño o de otra índole?
AC: En
los primeros años que trabajé como diseñador tuve la oportunidad de participar
en varios concursos y tuve la suerte de ganar varios de estos, el más
significativo era un concurso que año con año realizaba Diario El Mundo, se
llamaba Brainstorm Awards, en octubre
en el contexto del “Día del publicista”, y cada año tenía una temática
diferente, la temática era de carácter medio ambiental, esa sobre educar a la
población de no tirar la basura en las calles, yo participé con una pieza que
hacía una autocritica como ciudadanos, como nosotros tiramos basura en las
calles y luego somos afectados por inundaciones o cosas por el estilo, presenté
mi propuesta gráfica y gané el primer lugar , de todos los premios o concursos
que participé a nivel de diseño y publicidad este ha sido el más significativo.
E: ¿Qué
es lo que más te apasiona leer?
AC: Soy
un lector de amplio espectro, son diferentes tipos de libros que me gusta leer,
de repente me gusta leer mucho sobre arte, sobre historia, en la literatura
mucha prosa, narrativa, novelas de suspenso, últimamente me he interesado mucho
por la poesía, de todos los géneros literarios el que más me ha cautivado es el
de cuentos cortos, particularmente mi autor favorito es Eduardo Galeano, toda
la obra literaria de Galeano es muy amplio el universo, donde hay ensayo,
monografías, poesía, todo lo de Galeano particularmente el cuento corto que es
una prosa, muy bonita, muy colorida y muy profunda.
E: ¿Has
viajado a otros países?
AC: Tuve
la oportunidad de viajar a Honduras y Guatemala, he estado en estos países unas
ocho veces en cada uno, empecé a viajar a Honduras y Guatemala por parte de la
universidad, había un par de asignaturas en las cuales lo llevaban a uno por el
tema de la historia del arte, me gustó tanto que seguí viajando por cuenta
propia, luego con el concurso de diseño que comenté hace un momento tuve la
oportunidad de viajar a Panamá, era mi premio del primer lugar del concurso, la
primera vez que me subía a un avión, tuve la oportunidad de recorrer la ciudad
de Panamá, visitar el canal, una experiencia que marco mucho fue poder visitar
una comarca indígena en la selva de Chagres en Colón, convivir con esta gente
que vive en medio de una selva en una comunidad muy aislada, con un montón de
tradiciones, mantienen vivas sus lenguas el emberá y el wounaan. Un par de años
más tarde un amigo alemán a quien le había enseñado a hablar español, en
muestra de agradecimiento me invita a viajar con él a Sur América,
particularmente a Bolivia, conociendo en altiplano, visitando lugares como el
desierto de Uyuni, las ruinas de Tihuanaco, las minas de Potosí y disfrutando
mucho de la pluriculturalidad que tiene Bolivia, gente hablando en aimara,
guaraní, quechua, conocer a los afro bolivianos, todo este encuentro cultural
marco mucho en este viaje. En el 2015, gané una beca para estudiar en España un
curso sobre gestión cultural, estuve en Zaragoza, unos amigos catalanes me
llevaron a Cataluña, Barcelona e Igualada; luego mis amigos alemanes me
invitaron a Alemania, conocí Berlín, Frankfurt, Heidelberg y Colonia. De
regreso a España conozco Madrid, el Museo de Prado y La Reina Sofía, como
amante del arte encontrarme con estas dos mecas artísticas. El año pasado conocí
Nicaragua y justo ayer regresaba de otro viaje a Nicaragua en el cual
participábamos en un festival interuniversitario de arte y cultura de Centro
América.
E: ¿A
qué personaje admiras?
AC: Todo
ser humano tiene esa búsqueda de arquetipos, ideales a seguir, ya mencionaba en
la literatura uno de los personajes que más admiro es Eduardo Galeano, no solo
por su forma de escribir, sino por su forma de pensar y de sentir, admiro mucho
la figura de monseñor Romero, para mí como salvadoreño Romero marca una etapa
decisiva en mi vida, en la cual desarrollo mucho criterio, convicción,
conciencia histórica y política, Romero con la luz del Evangelio, pero con la
verdad objetiva de la realidad salvadoreña, marca un camino que toda persona
con memoria histórica y conciencia política debería de tratar de imitar.
E: ¿Qué
es lo más bonito que recuerdas que ha pasado en tu vida?
AC: La
mayoría de recuerdos bonitos están vinculados con mi abuela, por ejemplo
despertar en la mañana y encontrarla cantando sentada en una esquina, haciendo
su venta que llevaba al mercado, achote, condimento, pimienta, especies,
lamentablemente no recuerdo las canciones, me hablaba mucho del canto de los
pájaros, me ayudó a distinguir el canto de cada pájaro, este pájaro cuando
canta dice esta cosa luego este otro dice esta otra, este tipo de recuerdos
están ahí muy fijos, muy vigentes y de alguna manera me han marcado.
E: ¿Recuerdas
algún momento triste o trágico en tu vida?
AC: Depende
la forma como uno ve la vida, puedo hablar de los terremotos de enero y febrero
de 2001, en los que no nos vimos afectados directamente, fue una tragedia
nacional, el caso de Las Colinas, a cualquiera impactaba, escuchar helicópteros de un lado para otro,
escuchar ambulancias, incertidumbre, las réplicas, todo eso es una experiencia
que marca a cualquiera. Luego la única muerte sensible que he vivido es la
muerte de mi abuela, pero que de alguna forma ella misma me había preparado
desde mi infancia y que este momento iba a pasar para poderlo asimilar con
naturalidad del caso, siempre afecta y se le echa de menos, lo bueno es que
ella misma me enseñó a asumir esto como algo natural., como una ley de la vida,
ahora lo puedo recordar con cariño y alegría.
E: ¿Cómo nace la
idea de aprender náhuat y como aprendes a hablar esta lengua?
AC: Por una parte
siempre fui muy curioso y cuestionaba todo, recuerdo que en la escuela en
Estudios Sociales hablaban de las culturas prehispánicas, en el norte habían
aztecas, centro mayas y en el sur incas, eso era como algo muy escueto, como me
gustaba mucho leer, ver documentales en la televisión, mi canal favorito
siempre fue Canal 10, en las tardes veía documentales acerca de biodiversidad,
y sobre diferentes temas culturales, y descubrí que habían muchas culturas, muchas
etnias prehispánicas habitando el continente, más allá de mayas, aztecas e
incas, cuando yo veía esos documentales que muchas de esas culturas aún siguen
vivas, yo siempre me cuestioné ¿Por qué aquí en El Salvador aparentemente no
hay nadie? ¿Por qué todos somos mestizos? ahora entiendo que los del mestizaje
absoluto es una farsa, es decir una construcción histórica que algunos
gobiernos tuvieron a bien hacer para desdibujar nuestra identidad cultural y
quizás así hacer mejor manipulación sobre la población, luego me empecé a
enterar que descendíamos de los nahuas en El Salvador o los mal llamados
pipiles y luego una cosa que me impulso a aprender la lengua fue que descubrí
que en la partida de nacimiento de mi abuela, que la madre de ella era natural
de Izalco, y entiendo que la palabra natural era un epíteto que se ocupaba en
aquellos tiempos para diferenciar al indígena del ladino, los naturales eran
los indígenas, los ladinos era la gente no indígena, podían ser criollos,
directamente europeos, y se especificaba en el acta que su madre era
directamente indígena y que era natural de Izalco, aquella zona donde se tenía
un poco más claro el origen cultural y se sabía que allá se había hablado la
lengua náhuat.
E:
¿Quiénes
han sido las personas que te han enseñado la lengua?
AC: Tengo dos etapas
de aprendizaje, la primera: junto con un amigo coincidimos en que tenemos
interés por aprender la lengua, empezamos a buscar material y encontramos en
internet un libro muy bueno se llama Timumachtikan Náhuat, cuyo autor es Alan
King un lingüista inglés, descubrimos este libro descargable, lo imprimimos y
decidimos fundar un colectivo cuya finalidad, por una parte es aprender el
idioma con este libro y por otra parte tenía la producción artística basada en
el idioma, es decir en el colectivo habíamos ceramistas, diseñadores, poetas e
ilustradores, en un principio el colectivo tenía una finalidad artística pero
con una base lingüista, empezamos a aprender el idioma, llega un punto en que
los libros ya no pueden ofrecerle más a uno, y para hablar un idioma hace falta
mucho practicarlo y escucharlo, yo inicié aprendiendo náhuat creyendo que era
una lengua muerta, pensé que nunca iba a tener oportunidad de hablarlo con
alguien porque creí que no habían hablantes del idioma, afortunadamente el
mismo autor del libro, había habilitado unos videos en Youtube que se titulan
“Mukaki”, aparecen tres nativos hablantes de náhuat, una de Santo Domingo de
Guzmán, otro de Tacuba y otro de Nahuizalco, cuando descubrí estos videos y
fechaban 2006, me di cuenta que probablemente estos tres nahua-hablantes aún
vivían, nos aventuramos con otros amigos a ir y buscarles, sin conocer, sin
saber cómo llegar, preguntando logramos llegar a sus localidades, al primer
lugar que fuimos fue a Santo Domingo de Guzmán, y básicamente es donde he
desarrollado la mayor parte de mi proceso de aprendizaje y parte de mi
activismo lingüístico y social como nahua-hablante, entrar al pueblo,
encontrarme y empezar a convivir con ellos a pesar del rechazo que hubo al
inicio. Con el tiempo fuimos ganado confianza, ahora yo puedo decir que tengo
más de 200 maestros, hablantes nativos ancianos, abuelos y abuelas que nacieron
hablando náhuat y ahora son mis maestros con quienes aprendo más.
E: ¿En
qué universidades das clases de náhuat, cuántos alumnos tienes en cada lugar,
como percibes o ves el entusiasmo en los alumnos?
AC: En
la Universidad de El Salvador, este sería mi cuarto grupo, cada curso dura un
año, el año pasado iniciamos los cursos
en la UCA y también el año pasado di clases por un año en la Casa del Escritor
del Museo Salarrué, Planes de Renderos, inicialmente eran 25 alumnos de los
cuales terminaron el curso 8 ó 10 de ellas, con un nivel muy bueno. En la UCA
cambia un poco los grupos son más pequeños lo cual es bueno porque un curso de
idiomas debe ser con poca gente para hacer más personalizado el aprendizaje, en
la UES la historia es un poco compleja, cuando iniciamos el primer curso hace
más de tres años habremos iniciados dos grupos como con 15 a 20 personas en cada
uno, los cuales se fueron reduciendo paulatinamente hasta llegar al final a 5 ó
6 personas, iniciamos en 2014, luego en 2015 fue un grupo más grande, en el
2016 creció la demanda y este año la demanda se nos disparó, a mí me habían
asignado un espacio para aproximadamente 15 a 20 personas, y de repente tenía
inscritos a 110 que no sabía dónde meterlos, de hecho las primeras clases tuve que darlas en el
teatro universitario, no es el mejor lugar para dar clase, pero era el espacio
donde me cabía esa cantidad de gente, al final luego de unas gestiones logramos
tener un salón con recursos más adecuados, utilizamos proyector de cañón,
pantalla, pizarra, a la fecha el curso se redujo un poco, ahora tengo un
aproximado de 60 estudiantes, la mayoría están muy interesados, son constantes
y van asimilando bien lo que se va enseñando.
E: Cuéntame
sobre el colectivo al perteneces
AC: El
colectivo Tzunhejekat, significa “cabeza de viento”, es una forma que tiene el
náhuat para denominar a la gente loca, como la locura de meterse en este rollo,
trabajar con una lengua que está moribunda, en el colectivo somos
aproximadamente veinte personas, la permanencia en el colectivo es voluntaria,
es decir hay membresía abierta, nadie está obligado a pertenecer tampoco
sacamos a nadie por la fuerza, al colectivo entra y sale quien quiere, el único
requisito es participar de las actividades, el colectivo se enfoca en dos cosas
particulares, una es difundir el náhuat y contribuir a la revitalización del
mismo, por otro lado nos enfocamos mucho en visibilizar al hablante nativo,
tratar de mejorar sus condiciones de vida, porque estamos claros que el idioma
sin los hablantes nativos se nos pierde, los hablantes nativos son personas
adultos mayores en condiciones de pobreza extrema que ya no están en una etapa
productiva en términos laborales, llevamos seis años de trabajo en este campo,
haciendo diferentes gestiones en las comunidades, de incidencia política,
lograr ciertos beneficios para los abuelos, en términos de salud, economía, en
esto nos hemos centrado en el colectivo.
E:
¿Cómo es tu experiencia, esa cercanía con los nahua-hablante?
AC: La
experiencia es enriquecedora, el acercamiento es muy fuerte, muy íntimo, en un principio los abuelos se negaban a
hablar el idioma nos trataban un poco mal, claro hay razones de peso ellos
habían sido víctimas no solo de persecución y masacre, sino de mucho maltrato,
marginación, menosprecio, burla y luego en una etapa más reciente, muchos
movimientos indigenistas que han surgido en el país, ONG, universidades
incluso, mucha gente se acercó a los nahua-hablantes y básicamente los estafó, se
acercó para robarles el idioma, para tomarles fotografías y video, para luego
ir al extranjero a pedir ayuda para ellos, ayuda que nunca llegó, mucha gente
se acercó a ellos con intereses mezquinos para utilizarlos como objeto de
financiación, pero nunca les devolvió nada; cuando nosotros empezamos a llegar,
ellos creían que nosotros éramos unos más del montón, de hecho mucha de esta
gente se sigue acercando con este tipo de ideas.
Al finalizar el conversatorio, Alberto
hace el siguiente llamado “Invito a la gente a darse una pasadita por el náhuat,
recomiendo el libro Timumachtikan Náhuat, que le den una hojeada, no pierden
nada con intentarlo, desde mi experiencia puedo decir que si nos metemos a
aprender el náhuat, no solo vamos a ayudar a revitalizar una lengua que de paso
es nuestra, sino que vamos a empezar a entender quiénes somos y de dónde
venimos, nos vamos a dar cuenta que tenemos una gran herencia de parte de estos
grupos culturales indígenas, al aprender el náhuat me he dado cuenta de todos
esto y a valorarlo de una manera más amplia”.
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